La descarbonización de las actividades comerciales e industriales ha tomado gran relevancia en el sector empresarial de México, con la generación distribuida, especialmente la energía solar en sitio, emergiendo como una solución clave. Este modelo, que implica la instalación de paneles solares en las instalaciones industriales, no solo reduce los costos energéticos, sino que también permite avanzar en sostenibilidad sin comprometer la productividad.
El principal beneficio de esta tecnología es el ahorro en las facturas eléctricas, lo que atrae a las empresas hacia la energía solar fotovoltaica. Generar su propia electricidad les permite asegurar parte de su suministro, especialmente en zonas alejadas o con acceso limitado a la red convencional.
La generación distribuida está regulada por la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) y se refiere a la producción de energía en instalaciones con una capacidad menor a 0.5 MW, lo que da acceso a diversas ventajas legales y facilita la operación. En la última década, este tipo de generación ha experimentado un notable crecimiento, impulsado por factores como la alta irradiación solar en México, la reducción de costos de los paneles y baterías, y las opciones de financiamiento.
Jalisco, Nuevo León y Chihuahua lideran la adopción de esta tecnología, concentrando el 33% de la capacidad instalada del país.
A pesar del interés por la energía solar, las empresas enfrentan varios retos al implementar estos proyectos, como los trámites administrativos y la documentación necesaria para obtener los permisos de interconexión. Además, desde un punto de vista técnico, adaptar la infraestructura empresarial para instalar paneles solares puede ser un desafío, requiriendo una planificación cuidadosa tanto financiera como logísticamente.
(El Economista)